En 1983 el Ministerio de Defensa de Estados Unidos dio luz verde al proyecto que, años después, alumbraría el misil más famoso de todos los tiempos, el Tomahawk. No es un misil cual-quiera, es un misil inteligente. Una vez lanzado, y ya cerca de su objetivo, activa un sistema digital de identificación que compara las imágenes que capta el radar con las que lleva grabadas en su memoria y las cruza con los datos que recibe a través del GPS. Eso fue lo que revolucionó el mundo armamentístico: las bombas antiguas caían donde eran enviadas, pero el Tomahawk era capaz de buscar su objetivo para impactar en él. Una de las claves de la adaptación está, precisamente, ahí. No vayas al bulto. Adáptate a la situación e identifica tus objetivos. No todos los grupos ni todas las situaciones requieren las mismas habilidades. Piensa, por ejemplo, que integrarte en un grupo de amigos que se reúne los domingos para ir a patinar es diferente a la integración que afrontas con los compañeros de tu nuevo trabajo. Para la mayoría de nosotros, presentarnos ante un grupo de personas desconocidas es una situación estresante porque, de alguna manera, nos sometemos a su aprobación. Si pasamos el examen seremos aceptados y, en caso contrario, nos veremos rechazados. Nuestro cuerpo se adapta a los momentos que, como ése, requieren un aporte extra de energía y lo hace por medio de lo que denominamos estrés.
El profesor Enrique García Fernández-Abascal lo define así: “Un proceso psicológico que se origina ante una exigencia al organismo, frente a la cual éste no tiene información para darle una respuesta adecuada, activando un mecanismo de emergencia consistente en una activación psicofisiológica que permite recoger más y mejor información, procesarla e interpretarla más rápida y eficientemente, y así permitir al organismo dar una respuesta adecuada a la demanda”. El problema llega cuando el estrés es tan intenso que nos paraliza. ¿Qué hacer? Tranquilo, hay una respuesta. Luis Rojas Marcos afirma que “hoy sabemos que los tres rasgos de la personalidad que mejor nos protegen de las presiones estresantes del medio son la valoración positiva de uno mismo, la disposición optimista, y el talante sociable y comunicativo”.
Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»
(Editorial Fragua 2016)