El filósofo Xabier Rubert de Ventós explica con esta anécdota que las decisiones deben tomarse desde la razón, en unas ocasiones y desde la emoción, en otras: “Dos hombres discuten sobre si uno de ellos duerme con la barba por debajo o por encima de la sábana. Como no sabe la respuesta, sugiere que se lo pregunten al día siguiente. Cuando a la mañana siguiente se lo vuelven a preguntar, responde: ¡Malditos! No he podido dormir en toda la noche. Y es que este señor no tenía que reflexionar. Lo que sirve es aplicar el pensamiento allí donde realmente hay que aplicarlo y poner el piloto automático donde hay que ponerlo”.
En la aproximación científica hemos abordado la teoría de los tres cerebros y hemos visto que el ser humano apela a lo racional cuando dispone de tiempo para evaluar los pros y los contras y recurre a lo emocional cuando necesita un atajo para decidir con rapidez. Para Eduardo Punset eso explica que “durante una crisis se tiende a decidir más con el corazón que con la razón. ¿Por qué?, se preguntarán. Por una razón muy sencilla. En tiempos de crisis se tiene la impresión de que ya no se dispone de todo el tiempo necesario para sopesar los factores a favor o en contra de una decisión. Hay que decidir deprisa. (…) En esas condiciones, el corazón se convierte en el rey y señor de nuestros actos. Cuando no hay tiempo para razonar, siempre ha funcionado mejor el corazón que la razón. Es más, la razón sólo interviene cuando hay tiempo para ponderar”. El problema es que no estamos acostumbrados a ceder el control a nuestro lado emocional porque tampoco nos han enseñado a hacerlo.
Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»
(Editorial Fragua, 2016)