El «secuestro emocional»

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El psicólogo Dolf Zillman aporta dos claves para calmar el enfado. Primero, ser conscientes de los pensamientos que desencadenan la primera descarga de enojo y, segundo, buscar un entretenimiento agradable para dar tiempo a que se calme el enfado. Diane Tice añade una observación más. Expresar abiertamente ese enfado es una de las peores formas de aplacarlo, porque incrementa la irritación. Por lo tanto, la primera clave es saber detectar el primer “pinchazo” de mal humor, para proceder a actuar sobre él respirando hondo, primero, y buscando una actividad placentera que nos aporte calma, después. En estos casos, una película suele dar buenos resultados, por la enorme capacidad de evasión que posee el cine.

En este punto, cabe preguntarse a qué se debe esa reacción interior que experimentamos. Daniel Goleman lo denomina secuestro emocional y Elsa Punset lo explica así: “Sabemos que el cerebro tiene una parte más emocional y otra más racional. La parte más emocional incluye la amígdala, una especie de guardián del cerebro que tiene el poder de secuestrar al resto de la mente más racional en un milisegundo. (…) Si el cerebro cree que hay un peligro envía toda la información directamente a la amígdala, despreciando el cerebro racional. Así ocurre cuando te siente amenazado o disgustado y reaccionas de forma irracional y posiblemente destructiva. Recuerda que se trata de una parte del cerebro primitiva, diseñada para sobrevivir y no para tomar decisiones complejas”.

Fragmento del libro “La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo”

(Editorial Fragua, 2016)

La ética del cuidado

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En 1982 Carol Gilligan publicó su libro In a different voice, que fue la primera referencia de lo que se ha dado en llamar la ética del cuidado. Esa teoría reivindica la experiencia femenina para convertir en competencias sociales determinados valores íntimos, como el amor o la ternura. Irene Commins profundiza en el papel de la ética del cuidado a la hora de resolver conflictos y explora un aspecto poco estudiado, el cuidado y la ternura como competencias humanas para una convivencia en paz. Ella apunta tres aportaciones fundamentales que, redimensionadas a nuestra realidad, resultan excelentes consejos para afrontar los conflictos de nuestro día a día:

– Respetar la diversidad.

– No buscar ganadores o perdedores.

– Priorizar la atención de las necesidades sobre la aplicación de castigos.

Son tres pautas claras, concisas y sencillas y, lo mejor, cuentan con un elevadísimo  nivel de eficacia. No tengas duda, en tu redacción también funcionarán.

Fragmento del libro “La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo”

(Editorial Fragua, 2016)

La comunicación en los conflictos

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A lo largo de la historia, los estudios sobre la paz han estado unidos a los estudios sobre la guerra. En los estudios de la denominada vieja agenda esa relación es más evidente, porque se centra en las causas de la guerra y la resolución de conflictos. En cambio, en los estudios de la nueva agenda el foco se coloca sobre los derechos humanos, el bienestar o la no violencia. Eso permite dar un paso adelante planteando alternativas y nuevas opciones de futuro. En ese contexto, Irene Comins aporta una clave para entender los conflictos: “Nos interesa ante todo aprender a manejarnos en los conflictos, aprender formas pacíficas y justas de transformarlos que nos permitan ver los conflictos más como una oportunidad de crecimiento y mejora que como un mal a extirpar. (…) Como muchos antropólogos afirman, la agresividad es una forma de responder a los conflictos en determinadas sociedades, pero no en todas. Lamentablemente la cultura occidental se caracteriza por la agresividad y la violencia a la hora de resolver los conflictos”. Esta afirmación es válida para los tensos compromisos diplomáticos a los que se enfrentan los jefes de Estado y también para ese malentendido que acabas de tener con un compañero de la redacción. En todos los casos, la comunicación es una herramienta perfecta para resolver conflictos.

Fragmento del libro “La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo”

(Editorial Fragua, 2016)

Tú eres tu marca

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Quizá hayas leído alguna vez que una buena estrategia de comunicación es hacer de ti la marca que quieres vender a los demás. Verte a ti mismo como una marca te ayudará a verbalizar las cualidades positivas que posees pero no olvides que una cosa es la marca que tú vendes y otra, la que los demás perciben. El publicista Luis Bassat diferencia entre identidad corporativa e imagen corporativa. “La identidad corporativa es el conjunto de valores, creencias y maneras de actuar que marcan el comportamiento de una organización, mientras que la imagen corporativa es la percepción que el público tiene de esa identidad. La comunicación corporativa, a su vez, es aquella que contribuye a convertir la identidad de una empresa en su imagen pública”384. Por lo tanto, si adoptas la estrategia de ser comercial de tu propia marca, explora las áreas de la comunicación corporativa para que los demás reciban exactamente lo que tú estás intentando transmitir. Es decir, tienes que hacer un esfuerzo por comunicarte de forma eficaz si quieres que quien te escuche caiga rendido ante tus argumentos, como los insectos caen atrapados en las telas de araña.

Fragmento del libro “La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo”

(Editorial Fragua, 2016)

Las cualidades de una persona sana

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Bernardo Stamateas plantea tres cualidades que sanan el alma y ayudan a superar procesos depresivos. Los expongo aquí porque también resultan muy útiles para superar adversidades y perseguir con firmeza un propósito. Son las cualidades que él atribuye a una persona sana:

– Sabe ilusionarse. La persona que se ilusiona con un acontecimiento por vivir en una fecha próxima (…) y vive muchos acontecimientos más incluso después de ese que pasa. El que se ilusiona tiene más probabilidades de vivir en plena salud.

– Tiene coraje. El que tiene coraje, el que pelea por algo específico, recobra su salud aunque no lo crea. Lo peor que nos puede ocurrir es vivir por o para nada. Aunque sea para pelear, por ganar un juicio, por una casa, por la tenencia de un hijo, esa lucha te hará desarrollar coraje y alargará en salud tu vida.

– Es optimista. (…) Si recibes una mala noticia, no dramatices, di: “Esto también pasará, tengo capacidad para resolverla en paz”. Esa actitud implica que vendrá algo mejor. Para el optimista, siempre lo que viene es mejor.

Fragmento del libro “La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo”

(Editorial Fragua, 2016)