El psicólogo Dolf Zillman aporta dos claves para calmar el enfado. Primero, ser conscientes de los pensamientos que desencadenan la primera descarga de enojo y, segundo, buscar un entretenimiento agradable para dar tiempo a que se calme el enfado. Diane Tice añade una observación más. Expresar abiertamente ese enfado es una de las peores formas de aplacarlo, porque incrementa la irritación. Por lo tanto, la primera clave es saber detectar el primer “pinchazo” de mal humor, para proceder a actuar sobre él respirando hondo, primero, y buscando una actividad placentera que nos aporte calma, después. En estos casos, una película suele dar buenos resultados, por la enorme capacidad de evasión que posee el cine.
En este punto, cabe preguntarse a qué se debe esa reacción interior que experimentamos. Daniel Goleman lo denomina secuestro emocional y Elsa Punset lo explica así: “Sabemos que el cerebro tiene una parte más emocional y otra más racional. La parte más emocional incluye la amígdala, una especie de guardián del cerebro que tiene el poder de secuestrar al resto de la mente más racional en un milisegundo. (…) Si el cerebro cree que hay un peligro envía toda la información directamente a la amígdala, despreciando el cerebro racional. Así ocurre cuando te siente amenazado o disgustado y reaccionas de forma irracional y posiblemente destructiva. Recuerda que se trata de una parte del cerebro primitiva, diseñada para sobrevivir y no para tomar decisiones complejas”.
Fragmento del libro “La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo”
(Editorial Fragua, 2016)