Respeto verbal

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Las palabras muestran un determinado grado de respeto, que también pone en evidencia su ausencia. Ten presente que tu hermetismo verbal puede ser interpretado como una descortesía, aunque no sea ésa tu intención. Tal vez estás cansado, has tenido un mal día o tu ánimo no pasa por el mejor momento… pero los demás no tienen por qué saberlo. No se trata de que actúes siempre como un charlatán, pero sí es importante que estés alerta y seas capaz de detectarlo a tiempo para evitar malentendidos. Y es que, a veces, el silencio es el argumento más consistente, aunque a nuestro cerebro le cueste más trabajo descodificar ese mensaje.

Somos de lo que venimos y para George Steiner eso explica que “al hecho de su herencia grecojudía la civilización occidental debe su carácter esencialmente verbal. Este carácter lo damos por sentado. Es la raíz y el fruto de nuestra experiencia y no nos es fácil trasponer fuera de ella lo que imaginamos. Vivimos dentro del acto del discurso. Pero no podemos presumir que la matriz verbal sea la única donde concebir la articulación y la conducta del intelecto. Hay modalidades de la realidad intelectual y sensual que no se fundamentan en el lenguaje, sino en otras fuerzas comunicativas, como la imagen o la nota musical”. Sea verbal o no verbal, el respeto siempre es bien recibido.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Sinceridad, sí; educación, también

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Últimamente no son pocos los que se suben al carro de la sinceridad para soltar barbaridades impropias de una persona normal. Bien, aclaremos. Una cosa es la sinceridad, otra la educación y las dos son compatibles. Yo puedo ser muy feo pero tú no tienes ninguna necesidad de decírmelo abiertamente cada vez que nos encontremos. Ni tú necesitas informarme de algo que conozco sobradamente, ni yo necesito de ti ese comentario que no me aporta nada nuevo. Por lo tanto, sinceridad sí pero, ante todo, educación.

En términos similares, y en un plano periodístico, lo expresa Iñaki Gabilondo: “Hay quienes por sistema se presentan soltando ‘oiga, es que yo soy muy sincero’. Yo a esa gente la detendría. Porque lo que vienen a decir es que como usted está limitado por la buena educación, por la cordialidad y quizá también por la compasión, y, como ya le he anunciado que soy muy sincero, pues le digo que usted es cojo y que además… Oiga, no, menos cachondeo. Muy sincero somos todos. Y tenemos que decir las cosas que tenemos que decir con toda la sinceridad del mundo. Pero no hay un oficio del sincero en esta actividad profesional. No, no. Los límites de la buena educación, de la cordialidad, de la compasión, y del respeto, y del derecho de la gente a su vida y a su intimidad, eso, mire, eso está también en vigor para los que como usted son muy sinceros”.

Incluso cuando hagas una crítica, ten presente que el respeto debe ser una prioridad. Una queja no puede ser un ataque personal ultrajante, sino una exposición ordenada de argumentos y propuestas.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Dosifica la información

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La fortaleza de un equipo también se mide en términos de confianza y eso empieza por ti. Un buen líder confía en su equipo y le hace partícipe de las situaciones que le afectan, sean buenas o malas. Puntualicemos. Eso no quiere decir que el grupo deba saberlo todo. No se trata de censura, se trata de dosificar la información en función de las características del equipo. Hay personas que se agobian si saben más de lo que necesitan para completar su tarea diaria o semanal. Funcionan mejor a corto plazo.

Tampoco conviene que sepan todo las personas maquiavélicas que habitan en cualquier organización. Son aquellas que aprovechan cualquier dato para tergiversarlo, darlo la vuelta y hacer de él un elemento de controversia dentro del grupo. Esos elementos tóxicos son especialmente peligrosos cuando conocen una información con más antelación de la aconsejable, porque pueden arruinar un proceso que aún está sin cerrar.

Cuando cuentes con algún sujeto así dentro del grupo, es vital que dosifiques la información. Eso no es una falta de confianza en tu equipo. Simplemente cumples con una de tus obligaciones: protegerlo de sabotajes malintencionados.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Organízate para organizar

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Acostúmbrate a pensar a corto plazo, a medio plazo y a largo plazo porque cada día encontrarás asuntos distintos que exigen una planificación diferente. Traza un mapa con tus prioridades y no dejes de resolver un tema urgente por ocuparte en otro que no necesariamente requiere que lo resuelvas esa mañana. Como las cartas de una baraja, cada día aparecerán mezcladas en tu mesa tareas de distinta naturaleza.

El trabajo informativo diario, la preparación de reportajes más elaborados, la tramitación de permisos y acreditaciones, la organización de las vacaciones de tu equipo, la planificación de los cambios tecnológicos que afectan al día a día… la lista no acaba nunca. En los escalafones bajos, el corto plazo ocupa la mayor parte del tiempo pero en los puestos altos suele ocurrir lo contrario, muchos temas requieren una previsión a largo plazo. Así que, si no tienes agenda, corre a comprar una.

No lo fíes todo a la memoria porque, a partir de cierto punto, la vorágine diaria hará que los asuntos rebosen de tu cabeza como lo hace el agua en un vaso cuando se llena.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)