Cine y periodismo: «Sucedió mañana»

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SINOPSIS: Larry Stevens es un periodista que, coincidiendo con las bodas de oro de su matrimonio, recuerda un extraño suceso ocurrido 50 años antes. Era reportero del Evening News de Nueva York cuando el encargado de la hemeroteca del periódico le entregó un ejemplar en el que aparecía la información del día siguiente. El sueño de cualquier periodista se convierte en realidad para él y, sin embargo, no deja de causarle problemas.

ESCENAS RELEVANTES: Larry es el perfecto ejemplo de lo que no debe hacer un periodista. No solo no es previsor para adelantar trabajo, sino que tiene la suerte de conocer las noticias con un día de antelación y deja pasar oportunidades, una tras otra. Un buen profesional aprovecharía ese privilegio para afrontar el trabajo más preparado y conseguir, así, un mejor resultado. Él no solo no cubre las noticias mejor, sino que ni siquiera las cubre; simplemente se conforma con lo que lee, como les ocurre ahora a algunos profesionales con la información que obtienen de las agencias. Y eso que todo comienza cuando él mismo expresa el deseo de conocer las noticias con antelación: “Solamente lo que pasará mañana. Si lo supiera coparía la primera página… ¡Eso es lo que quiero, abuelo! ¡El periódico de mañana! (…) Dígame donde está el periódico de mañana y, a cambio, le daré 10 años de mi existencia”.

La primera oportunidad que se le presenta es el robo que se produce en las taquillas de la Ópera. En lugar de llegar allí con tiempo y presenciar los hechos, se limita a copiar el texto que lee en el periódico del día siguiente y, para colmo, cuando se produce el robo, se despista y ni siquiera se entera del tiroteo. Al salir al hall, el atraco ha terminado pero, a pesar de su negligencia, está encantado porque ya tiene la noticia escrita. Se conforma con el mínimo esfuerzo. Incluso llega tarde cuando se produce el intento de suicidio de su futura mujer, si bien es cierto que es la única ocasión en la que se involucra para evitar el daño.

Aunque no se le ocurre utilizar la información del periódico para trabajar mejor, sí decide aprovecharlo para ganar dinero gracias a que conoce con antelación los resultados de las carreras de caballos. Antepone sus intereses personales a los profesionales y, finalmente, se retira del periodismo gracias al dinero que gana en el hipódromo.

TÍTULO ORIGINAL: It happened tomorrow

GÉNERO: Comedia

AÑO: 1944

NACIONALIDAD: Estados Unidos

DIRECCIÓN: René Clair

GUIÓN: Dudley Nichols, René Clair

INTÉRPRETES: Dick Powell, Linda Darnell, Jack Oakie, Edgar Kennedy, Edward Brophy, John Philliber

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Los objetivos, a sorbos pequeños y a grandes tragos

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No nos engañemos. No es fácil encontrar la motivación en lo cotidiano porque la rutina ahoga la ilusión por el trabajo. Por eso conviene mirar un poco más allá, sin perder de vista lo inmediato pero echando una ojeada a lo que llegará a medio plazo. Márcate unos objetivos diarios y otros, con un margen más amplio. No demasiado. Uno o dos meses, por ejemplo. Es tiempo suficiente para que te sientas identificado con ello. Estarás trabajando orientado hacia esa meta e irás construyendo sobre lo que has levantado el día anterior.

Esa sensación de construir, de levantar de la nada, es una de las más gratificantes y a la vez una de las mejores medicinas contra el castigo de Sísifo, que tanto se asemeja a la actividad de los periodistas. En la mitología griega, Sísifo fue condenado por los dioses con la ceguera y a la perpetuidad de una penosa tarea: empujar una gran roca hasta lo alto de una montaña para soltarla en la cima y dejarla rodar, de nuevo, hasta el valle. Así, una y otra vez hasta el final de sus días.

Si tus objetivos son diarios, te cansarás de subir la piedra hasta la cima de la montaña para dejarla caer e, inmediatamente después, volver a cargar con ella desde abajo. Eso es un periódico diario y un informativo de radio o televisión: una montaña diaria que al día siguiente hay que volver a escalar desde cero. Los objetivos a medio plazo te permitirán profundizar más en lo que haces y descubrirás cosas nuevas que, a su vez, te llevarán a marcarte nuevos objetivos.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Con tus principios hasta el final

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El gran problema de los principios es que no suenan ni tienen luces, así que cuando te los saltas solo te enteras tú. Al menos inicialmente, porque a la larga es imposible ocultarlo. La cuestión es que en el momento crucial, el de la decisión, estás solo. Tú eres la única barrera, así que tienes que tener muy claro qué cosas estás dispuesto a hacer y qué cosas no.

Reflexionando sobre los principios, Richard Templar defiende una pauta muy clara: “Tiene que existir una línea que no debes sobrepasar. Tienes que saber dónde está trazada esa línea. Nadie más tiene que saberlo hasta que te pidan que la cruces y entonces se lo puedes decir. Esta línea tiene que ser un muro de acero sólido de diez kilómetros de alto. No puedes ir más allá, no importa lo que pase”. Y es que, en ocasiones, mantener los principios tiene un precio muy elevado, en lo profesional y en lo personal.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Cine y periodismo: «Vacaciones en Roma»

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SINOPSIS: Joe es un periodista americano en Roma poco motivado con su trabajo. El azar pone en su camino a Ana, una joven princesa centroeuropea que se escapa de palacio para visitar la ciudad. Cuando el reportero descubre la verdadera identidad de ella, pone en marcha un plan para conseguir el reportaje exclusivo más rentable de su vida.

ESCENAS RELEVANTES: Joe atraviesa una grave crisis profesional: no sigue la actualidad y no cree que el suyo sea un buen empleo. En una conversación con su jefe, le dice: “Cuando esté en un buen periódico disfrutaré pensando en que está usted aquí, aburrido, sin tener a nadie a quien poder abroncar”.

Para cubrir esas deficiencias que arrastra en el día a día, miente y hasta se inventa una entrevista con la princesa que, en realidad, no ha llegado a realizar. Cuando su jefe le pilla en esa mentira, intenta justificarse: “Está bien, está bien… me quedé dormido. Eso le puede pasar a cualquiera”, lo que no evita que reciba un severo correctivo: “Si alguna vez se levantara usted a tiempo de leer el periódico de la mañana, podría leer en sus páginas algunas noticias de interés general que le preservarían en el futuro de tener que improvisar mentiras tan estúpidas y tan complicadas como la que acaba de contarme. Si yo fuera usted buscaría otra clase de trabajo. ¿Por qué no vende colchones?”.

Precisamente es la princesa, cuando se cruza en su camino, quien le lleva a encontrar esa motivación que le faltaba para hacer el mejor reportaje de su vida, aunque no llegue a publicarse. Cuando Joe descubre la identidad de su nueva amiga y se da cuenta de lo que tiene entre manos, pone todo su empeño en no perder la pista de la princesa. El entusiasmo se palpa, igualmente, cuando decide que no publicará el material pero disfruta junto a su fotógrafo repasando las imágenes e imaginando cómo hubiera elaborado el reportaje. De alguna manera, Joe ha recuperado la pasión perdida por su trabajo.

TÍTULO ORIGINAL: Roman holiday

GÉNERO: Comedia

AÑO: 1953

NACIONALIDAD: Estados Unidos

DIRECCIÓN: William Wyler

GUIÓN: Ian McLellan Hunter, John Dighton

INTÉRPRETES: Gregory Peck, Audrey Hepburn, Eddie Albert, Hartley Power, Harcourt Williams, Margaret Rawlings, Tullio Carminati, Paolo Car-lini, Claudio Ermelli, Paola Borboni, Alfredo Rizzo, Laura Solari, Gorella Gori

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)