Maggie, la indestructible

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Margaret Bourke-White fue decisión. Ella está considerada la primera mujer fotoperiodista de la historia. En 1929, la revista Fortune la contrató como fotógrafa, una tarea que nunca hasta entonces había desempeñado una mujer. En 1930 fue la primera extranjera en captar con su cámara la realidad de la Unión Soviética y cinco años después fue la primera mujer con-tratada en la revista Life. También fue la primera mujer que trabajó para la Fuerza Aérea de Estados Unidos y la primera en acudir a una zona de combate. Sobrevivió a asaltos, bombardeos e, incluso, al naufragio de un barco. Por su arrojo, se ganó el apodo de Maggie la indestructible.

Ella encaja a la perfección en esta afirmación de Matthew Sartwell: “el entusiasmo es poder. Con la fe, puede transformar la adversidad, el fracaso y la derrota temporal en acción”. John C. Maxwell comparte una idea similar cuando sentencia que “las personas que demuestran perseverancia tienen una visión más grande en la mente mientras trabajan en su arte o profesión. Ellos ven eso con el ojo de su mente, lo que quieren crear o hacer, y se esfuerzan para llegar a ello con su trabajo”.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Perfume de humildad

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La humildad huele bien. La soberbia apesta como el sudor reseco. Por favor, cada mañana perfúmate con humildad. Una forma de mostrar respeto hacia los demás es reconocer sus éxitos porque, intrínsecamente, supone valorar el trabajo que les ha llevado a alcanzar esas metas.

Hay dos formas de reconocer el éxito ajeno, una buena y otra mala. La buena es la admiración; la mala es la envidia. No te equivoques al elegir. La admiración demuestra humildad, la envida revela soberbia. Bernardo Stamateas lo expone así: “Cada logro del otro debe ser un desafío para ti. El éxito del otro no debe ser motivo de envidia, sino fuente de inspiración. Aprendamos a encontrarle un giro de 180 grados a este sentimiento que sólo nos destruye y nos enferma. El éxito del otro debe inspirarte, llevarte a que analices cómo lo hizo, cómo lo alcanzó”. El respeto se demuestra, de entrada, en el modo de dirigirnos a otras personas. En la mayoría de las ocasiones, y especialmente nosotros como periodistas, lo hacemos a través de las palabras así que, como hemos visto, la forma en la que nos comunicamos con los demás también denota respeto.

Álex Grijelmo diferencia entre la persuasión y la seducción de las palabras. La persuasión apela al lado cognitivo del receptor del mensaje, mientras que la seducción ataca directamente a su faceta emocional: “La seducción parte de un intelecto, sí, pero no se dirige a la zona racional de quien recibe el enunciado, sino a sus emociones. Y sitúa en una posición de ventaja al emisor, porque éste conoce el valor completo de los términos que utiliza, sabe de su perfume y de su historia, y, sobre todo, guarda en su mente los vocablos equivalentes que ha rechazado para dejar paso a las palabras de la seducción. No se basa tanto la seducción en los argumentos como en las propias palabras, una a una. No apela tanto a la construcción razonada como a los elementos concretos que se emplean en ella. Su valor connotativo ejerce aquí una función sublime”.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

La adaptación a un grupo

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Hay personas que parecen haber nacido para relacionarse con los demás. Llegan nuevos a un grupo y, de inmediato, conectan con una complicidad que ni siquiera alcanzan algunos de los miembros más veteranos. No te engañes, solo unos pocos privilegiados disponen de esa cualidad. Los demás debemos trabajarnos la integración en un grupo y, en ese empeño, conviene evitar algunos errores.

En el fondo, nuestra vida en grupo no se diferencia demasiado de la de los primates, aunque nos duela reconocerlo. En 1988, Dick Byrne y Andrew Whiten editaron una antología de textos anteriores con el título “Machiavellian Intelligence: Social Expertise and the Evolution of Intellect in Monkeys, Apes and Humans”. Basado en un texto de Nicholas Humphrey, es un excelente análisis de la red social en la que viven los chimpancés y otros primates, que deben “sopesar una variada gama de opciones competitivas y cooperativas. Los individuos compiten no sólo por compañeros sexuales, sino también (por ejemplo) por recursos alimentarios, un lugar para dormir, su ubicación en el grupo (que puede condicionar su acceso a los alimentos y también sus posibilidades de eludir a los depredadores), compiten por determinados aliados, por compañeros de juego y de espulgo y por el acceso a la crías, y pueden cooperar unos con otros no sólo en materia de apareamiento, sino (por ejemplo) de aseo/espulgo mutuo y de apoyo en los enfrentamientos”.

La adaptación a un grupo es la equivalencia, a escala, del inicio de la socialización de los individuos. Con la vida en sociedad tratamos de cubrir nuestras necesidades, recibir afecto y ser reconocidos por los otros.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Cine y periodismo: Tinta roja

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Alfonso llega al diario El Clamor como becario. Aspira a colaborar en la sección de espectáculos pero termina recalando en sucesos donde tiene como tutor a Saúl, un periodista veterano y desencantado. Superadas sus reticencias iniciales, Alfonso toma el ejemplo de Saúl y aprende de las técnicas que le ve utilizar, caracterizadas por la falta de escrúpulos.

Al principio, a Alfonso le desagrada la falta de escrúpulos de su tutor, pero enseguida aprende de él y hace el trabajo de la misma manera. Se adapta por medio de la imitación, que ya es un error, y comete otros dos más: no filtra e imita a un individuo con más cosas malas que buenas. Solo es consciente de su transformación al final, cuando se da cuenta de que se ha convertido en lo que era Saúl cuando él llegó.

La acogida que encuentra en su primer día no es especialmente cálida: “¿Se le ha perdido algo por aquí?” y la indiferencia continúa durante un tiempo: “¿Quieres un consejo? Bájate de la camioneta y sigue escribiendo tus novelitas. Es mejor renunciar a que te bote ¿no crees?” hasta que, tras el primer incidente cubriendo un suceso, empieza a tratarle como a un igual: “El tiempo cura todas la heridas, también va a curar ese golpe”. Al poco, Saúl deja que sea Alfonso quien decida la organización del día: “A ver, Varguitas. Hoy ya tú mandas. ¿Qué nos depara el día? Dile a Van Gogh adónde tenemos que ir”.

Alfonso va aprendiendo de las tretas de Saúl y llega a elaborar este titular: “Fue a darle el pésame a una monja y la violó para que se le pasara la pena”, que merece todos los elogios de su tutor: “Es lo mejor que has escrito, Varguitas, hay una historia aquí. Literatura de la buena, muy buena. Te felicito”. La realidad es que ha llegado a convertirse en una copia de él, pero mejorada: con más formación, más iniciativa y más capacidad de trabajo. Por eso, termina convirtiéndose en el jefe de la sección sucesos. “Quién te viera y quién te vio, Alfonso Fernández”, le llega a decir Saúl. Cuando Alfonso es consciente de que se ha convertido en lo que siempre ha rechazado decide abandonar el periódico para centrarse en su auténtica vocación, la literatura. Al marcharse, se encuentra con uno de sus compañeros, el chófer, que le despide de manera afectuosa porque reconoce el trabajo que ha desarrollado allí.

TÍTULO ORIGINAL: Tinta roja

GÉNERO: Drama

AÑO: 2000

NACIONALIDAD: Perú

DIRECCIÓN: Francisco J. Lombardi

GUIÓN: Giovanna Pollarolo

INTÉRPRETES: Gianfranco Brero, Giovanni Ciccia, Fele Martínez, Lucía Jiménez, Carlos Gassols, Yvonne Frayssinet, Gustavo Bueno, Tatiana Astengo

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

 

Cine y periodismo: Veronica Guerin

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Basada en hechos reales, recrea la historia de Veronica Guerin, una periodista irlandesa que decide investigar el tráfico de drogas en Dublín. Despreciada por sus compañeros pero admirada por los lectores, avanza en su investigación hasta llegar a los cabecillas de la organización. Veronica supone un riesgo que los narcotraficantes no están dispuestos a asumir.

Veronica decide empezar a escribir sobre el tráfico de drogas porque, como ciudadana y como periodista, se indigna al ver la impunidad con la que se mueven los traficantes: “Las calles llenas de jeringuillas, donde jugaban los niños. Tenías que haber visto a esos cabrones, allí de pié, junto a sus Mercedes. ¿Cuántas dosis de cinco libras tienes que vender para poder comprar un Mercedes? Echa las cuentas. ¿Cuántos chavales serían? Nadie escribe sobre eso. ¿A quién le interesa? No importa. Alguien tiene que perseguir a esos cerdos. ¡Se están forrando! Yo debería escribir sobre esto”.

Ella vincula la vocación que siente por su trabajo con la motivación que le produce hacer algo útil para la sociedad: “Me encanta… me encanta mi trabajo. Por fin estoy haciendo algo que puede cambiar las cosas”, y ante su marido se reafirma en su compromiso: “¿Crees que es lo que quiero? No quiero hacerlo, tengo que hacerlo. (…) No se saldrán con la suya”. Su posición también es firme ante la Administración: “Ustedes deben cambiar esas leyes que favorecen a los criminales”.

La voz en off final relata las repercusiones sociales del trabajo desarrollado por ella: “Los artículos de Veronica Guerin cambiaron el curso de la lucha antidroga. Su asesinato indujo a que los irlandeses pasasen a la acción. Miles de personas tomaron las calles en las manifestaciones semanales contra la droga, lo cual supuso la retirada de Dublín de los traficantes y obligó a los capos a vivir en la marginación. Una semana después de la muerte de Veronica Guerin, el Gobierno, en sesión de emergencia del Parlamento, aprobó una enmienda a la Constitución de la República de Irlanda que permitía al Tribunal Supremo bloquear las cuentas y bienes de los supuestos capos de la droga”.

TÍTULO ORIGINAL: Veronica Guerin

GÉNERO: Drama

AÑO: 2003

NACIONALIDAD: Irlanda

DIRECCIÓN: Joel Schumacher

GUIÓN: Carol Dole, Mary Agnes Donoghue

INTÉRPRETES: Cate Blanchett, Ciaran Hinds, Gerard McSorley, Brenda Fricker, Don Wycherley, Barry Barnes, Simon O’Driscoll

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)