La vocación, una energía sin límites

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El colombiano Fernando Botero es uno de los artistas más conocidos en todo el mundo y expone sus obras en rincones de todo el planeta. Y eso que, de pequeño, su gusto por la pintura no fue bien recibido en su entorno, donde opinaban que, el de pintor, era un oficio para morirse de hambre: “Mi padre era vendedor ambulante. Un hombre nada cultivado que durante semanas hablaba de mulas cargadas de paquetes. Pero tenía una cosa fascinante, un libro sobre la Revolución Francesa. De pequeño me pasaba el día mirando las ilustraciones de Luis XVI y madame Pompadour que luego pintaba. Hasta los 19 años no vi un cuadro de verdad”.

La vocación nace de cualquier parte y necesita muy poco para crecer. Ésa es una buena noticia para ti porque el terreno del periodismo es yermo y poco fértil. La periodista Maruja Torres es contundente: “Éste no es un oficio para blandengues ni regalones, y tienes que amarlo intensa y fielmente para permanecer en él. Si lo que quieres es enriquecerte, estudia para notario, cariño. Si ocurre que naciste con el veneno del periodismo en la sangre, hazlo de la única manera que debe hacerse, en cualquier circunstancia: bien. No importa que lo que te guste sea escribir y publicar (¿y a quién no?) y que te obliguen a pasar años sentado ante una mesa, editando lo que escriben otros: de ese modo aprenderás, te sentirás integrado en el engranaje, lo cual también forma parte del places, y alcanzarás un conocimiento más profundo de tus propias facultades, así como de tus puntos débiles”.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo».

(Editorial Fragua, 2016)

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