Los principios públicos se vinculan a la relación entre el periodista y su audiencia, que está marcada por la integridad del profesional y su autoexigencia.
- Integridad. Se basa en el respeto a unos códigos deontológicos que priorizan los derechos de los ciudadanos y garantizan el rigor del trabajo elaborado. Supone la posesión de altas dosis de conciencia y una fuerte estructura moral que erradique las tentaciones de quebrantar normas éticas, tanto personales como profesionales. Implica cualidades como la independencia y la honestidad.
- Responsabilidad. Es el feedback que se mantiene con la audiencia. Supone desplegar habilidades como la capacidad de escuchar y asumir críticas, la humildad para aceptar propuestas ajenas y la flexibilidad para abordar cuestiones distintas a las habituales.
- Ciudadanía. Es el compromiso del profesional con la sociedad y su predisposición para abordar cuestiones de interés público, dar voz a los más desfavorecidos, denunciar los abusos del poder y fomentar los valores democráticos. Requiere una alta conciencia social, espíritu crítico, vocación de servicio, altruismo, proximidad e interés humano.
- Perfeccionismo. Conlleva la posesión de altos niveles de exigencia para evaluar el rendimiento propio y buscar la excelencia en el trabajo. Influyen aspectos como la vocación, la capacidad de autocrítica, la fuerza de voluntad, el gusto por el conocimiento o la perseverancia en la búsqueda de un resultado perfecto tanto en la forma como en el fondo.
- Responsabilidad. También implica un elevado grado de autocrítica para detectar los errores cometidos, admitirlos y, cuando sea posible, subsanarlos. Exige altas dosis de bondad; conciencia, entendida como el conocimiento interior del bien y del mal, y humildad para aceptar las equivocaciones y asumir sus costes.
Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»
(Editorial Fragua, 2016)