García Márquez y la comunicación

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Gabriel García Márquez admite que en las escuelas académicas de periodismo se enseñan muchas cosas útiles para el oficio, especialmente sobre el uso de herramientas técnicas y tecnológicas, pero subraya que entre ellas no están los dos elementos que, a su juicio, son los más importantes: la práctica y la ética. Él sostiene que los alumnos “deberían salir preparados para dominar las nuevas técnicas, y es todo lo contrario; salen llevados a rastras por ellas, sin los mecanismos de participación que fortalecían el espíritu en el pasado y sin tiempo ni ánimos para pensar y seguir aprendiendo el oficio. La misma sala de redacción, que siempre fue el aula máxima, es ahora un laboratorio deshumanizado, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores”. Lo que sostiene García Márquez es que, en realidad, la comunicación no es otra cosa que gestionar relaciones humanas, porque es uno de los elementos básicos en los que se apoya la vida en sociedad.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

La creatividad de Tom Wolfe

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Tom Wolfe esboza un modelo de innovación cuando detalla la dinámica de trabajo de un reportero que se caracterizaba por la originalidad de sus crónicas. La base estaba un paso antes de llegar al proceso de escritura, porque su manera de proceder también era original: “Breslin convirtió en una costumbre el llegar al escenario mucho antes del acontecimiento con el fin de recoger material ambiental, el ensayo en el cuarto de maquillaje, que le permitieran crear un personaje. De su modus operandi formaba parte el recoger los detalles novelísticos, los anillos, la transpiración, las palmadas en el hombro, y lo hacía con más habilidad que muchos novelistas”.

El propio Wolfe, considerado uno de los padres del nuevo periodismo, relata cómo sentía la sensación de estar abriendo un camino nuevo cuando experimentaba con las nuevas formas de contar: “Tenía la sensación, con razón o sin ella, de hacer cosas que nadie nunca había hecho antes en periodismo. Solía intentar imaginarme lo que experimentaban los lectores al encontrarse con toda esa desenvoltura y fragmentación en un suplemento dominical. Me gustaba esa idea. No me sentía parte de ningún medio periodístico o literario normal”. Wolfe compara con el surgimiento de la novela realista en Inglaterra las reacciones que suscitaban aquellos primeros pasos del nuevo periodismo: “En ambos casos la nueva forma es considerada como superficial, efímera, simple diversión, moralmente irresponsable, Algunos argumentos eran tan similares que resultaba fantástico”.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Tus emociones trabajan por ti

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Una persona que posee destreza en el desempeño de sus competencias emocionales es más feliz y más solidaria. Francisco Mora define las siete funciones fundamentales que cumplen las emociones:

  • Ejercen como defensa ante los estímulos nocivos y de motivación para acercarnos a los placenteros.
  • Permiten que el organismo articule respuestas flexibles y polivalentes en función de las circunstancias a las que nos enfrentamos.
  • Las dos funciones anteriores, tomadas en conjunto, permiten activar una alerta en el individuo que pone en marcha múltiples sistemas cerebrales, endocrinos y metabólicos.
  • Las emociones mantienen la curiosidad y el interés por descubrir cosas nuevas, lo que amplía el marco de seguridad para la propia supervivencia.
  • Las emociones también actúan como un lenguaje no verbal entre individuos, que permite articular una comunicación rápida y efectiva.
  • Cumplen una función importante relacionada con la memoria y la recuperación de recuerdos; por eso nos resulta mucho más sencillo recordar los episodios de nuestra vida asociados a una emoción intensa.
  • Por último, desempeñan una importante labor en el proceso de razonamiento y en la toma de decisiones; especialmente en aquellas que están relacionadas con la persona.

Despejadas las dudas sobre el valor de las emociones, debemos considerarlas como un elemento más de nuestra formación que debe cultivarse al mismo tiempo que el conocimiento técnico o intelectual y no como un elemento residual o secundario.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Ciudadanía: la buena información

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Todos los días vemos ejemplos de noticias puntuales de baja estofa elevadas al grado de acontecimiento, mientras que historias reconfortantes y mucho más relevantes pasan desapercibidas. El psiquiatra Luis Rojas Marcos no es periodista pero es un gran comunicador. Conoce bien cómo actúa la información sobre el ánimo del individuo y sostiene: “En tiempos de inseguridad, la información más beneficiosa es la que separa claramente hechos reales y datos conocidos de especulaciones y temores dudosos. La información es reparadora y útil si incluye tanto las medidas de protección que el Gobierno está tomando, como las recomendaciones de expertos que puedan ayudarnos a protegernos. Cuando adoptamos activamente medidas preventivas, nos sentimos menos importantes o más dueños de nuestro destino. La buena información es una fuente de seguridad que nos ayuda a soportar circunstancias difíciles”.

Para argumentar su afirmación apela a varios estudios llevados a cabo en Estados Unidos, que nos dan dos pistas muy valiosas; no solo qué información influye positivamente sobre el receptor sino, también, qué tipo de comunicación es la que despierta una actitud de apertura hacia la sociedad: “Como Stanley Schachter, psicólogo investigador de la Universidad de Stanford (California), demostró en varios experimentos, cuanto mejor informados estamos sobre los elementos responsables de una situación concreta y sus posibles efectos en nosotros, menos susceptibles somos de ser impactados negativamente por las cábalas amenazantes o especulaciones agoreras que suelen invadir el ambiente en tiempos inciertos. Está demostrado que la comunicación franca, directa y esperanzadora de los líderes evoca seguridad, aliento y cooperación en los ciudadanos”.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Inteligencia emocional e inteligencia social

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En 1995 el psicólogo estadounidense Daniel Goleman publicó Inteligencia emocional. Esa obra revolucionó el enfoque dominante hasta entonces sobre el vínculo existente entre razón y emoción. Unos años después dio una vuelta de tuerca sobre la base de ese concepto para transformarlo en Inteligencia social, entendida como la ciencia de las relaciones humanas. De entrada, Goleman llama nuestra atención sobre los circuitos neuronales que operan mientras nos relacionamos, que han recibido la denominación de cerebro social. En esos circuitos nos encontramos con las células fusiformes y las neuronas espejo. Las células fusiformes operan cuando tenemos que tomar decisiones sociales inmediatas; por eso, su característica más destacada es que funcionan más rápido que las demás. Tienen forma de huso, su volumen cuadruplica al de cualquier otra neurona y poseen abundantes receptores de serotonina, dopamina y vasopresina, que son fundamentales en los estados de ánimo y las relaciones interpersonales.

Entre el sistema límbico y la corteza cerebral existe una densa red de células fusiformes que coordina los pensamientos con las emociones y las respuestas corporales con los sentimientos, como si se tratara de un centro de control neuronal. Por su parte, las neuronas espejo prevén los movimientos que van a hacer las personas que tenemos delante y detectan sus sentimientos. Eso nos predispone a imitar sus movimientos y experimentar los mismos sentimientos. La neurociencia ha descubierto que son estas neuronas las que activan regiones de nuestro cerebro para participar en las acciones de otros como si fueran propias. Así, por ejemplo, cuando alguien cercano a nosotros llora, sentimos su tristeza como propia y, en ocasiones, también lloramos.

No todas las neuronas espejo se encargan de imitar las acciones de otros. Algunas trabajan para buscar interpretaciones a las emociones de los demás, intuir sus intenciones o analizar las consecuencias sociales que puede tener una u otra acción. Es la base del contagio emocional, que nos permite comprender lo que sienten las personas que tenemos alrededor y, consecuentemente, nos ayuda a conectar con ellas.  Todas estas cuestiones poseen una importancia capital porque estos procesos tienen la clave de lo que denominamos habilidades sociales que, en buena medida, determinan el éxito personal y profesional.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

La ventana interior, gráficamente

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Gráficamente, el modelo denominado «La ventana interior»atiende a este diseño. Esta representación gráfica nos permite desarrollar una segunda clasificación por áreas, en la que también reparó la teoría de Daniel Goleman. Si trazamos una imaginaria línea horizontal que atraviese la ventana por la mitad, encontramos dos partes diferenciadas.

En la parte superior, los ámbitos íntimo y corporativo engloban los principios intrapersonales, que están relacionados con la mirada y la acción dirigidas al interior de uno mismo. A través de la introspección encontramos cualidades como el optimismo, la motivación, la capacidad de adaptación o la constancia.

En la parte inferior de la ventana, los ámbitos social y público aglutinan los principios interpersonales, que dirigen la mirada y la acción hacia el exterior, tanto a las personas que forman el equipo de trabajo como a las personas que reciben el mensaje informativo. En esa zona destacan habilidades sociales y comunicativas como el respeto, la empatía, la capacidad de trabajar en equipo o la receptividad ante las inquietudes ajenas.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Ciudadanía con vehemencia

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A principios de la década de los 60 del siglo XX, Estados Unidos vivía de lleno la lucha por el reconocimiento de los derechos civiles para la población negra de Alabama. En ese contexto, The New York Times publicó un anuncio editorial pagado, protestando por el trato que los activistas recibían por parte de la Policía de una de las ciudades de ese estado, Montgomery. El responsable policial allí era L.B. Sullivan, que demandó al diario por difamación. El juez le dio la razón e impuso al periódico la obligación de indemnizarle con 500.000 dólares. The New York Times recurrió el fallo y el Tribunal Supremo de Estados Unidos revocó la sentencia anterior. El Supremo argumentó que “el debate sobre los asuntos públicos debe carecer de inhibiciones, ser vigoroso y abierto, lo que incluye también ataques agudos, vehementes, cáusticos y, a veces, desagradables contra el Gobierno y los funcionarios públicos”. Ese papel crítico de la prensa respecto del poder es su principal argumento ciudadano.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Habla, escribe… y escucha

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El diario Le Monde considera que todas las cartas que recibe de los lectores con rectificaciones, correcciones o felicitaciones, expresan una ligación emocional con el periódico. Por eso transmite a sus periodistas que todas ellas deben ser respondidas, aunque sea mediante un corto mensaje basado en un formulario previo. Como base de esa disciplina, la empresa subraya una frase de Hubert Beuve-Méry, fundador del diario: “Toda carta merece una respuesta”. Desgraciadamente, esta convicción no es frecuente porque, en general, el periodista habla y pocas veces escucha. Sí atiende a los representantes políticos, económicos, sociales o culturales que proporcionan información para elaborar noticias, pero pocas veces escucha al público que recibe sus mensajes.

Diversos estudios coinciden en que los periodistas se ven diferentes a los individuos que componen su audiencia y, no solo eso, sino que habitualmente los ubican en un escalón inferior. Uno de esos estudios, realizado por Hans Mathias Kepplinger y Renate Köcher analiza el poder de los periodistas y destaca que los profesionales tienden a situarse en una posición superior a la que atribuyen al resto de los ciudadanos. Hay elementos que consolidan esa asimetría y, por lo tanto, son un elemento de poder. Por ejemplo, el periodista puede decidir con qué personas quiere contactar o sobre quiénes va a informar. También posee cierta capacidad de decisión sobre los temas y eso le permite difundir unos y silenciar otros.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

¿El fin justifica los medios?

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Es una de las grandes preguntas que el hombre se ha hecho desde el inicio de los tiempos. Grandes eruditos no han conseguido ponerse de acuerdo porque son muchos los argumentos que rebaten la postura contraria a la que cada uno defiende pero, en el caso del periodismo, el Código Europeo de Deontología del Periodismo es muy claro: “En el ejercicio del periodismo el fin no justifica los medios por lo que la información deberá ser obtenida a través de medios legales y éticos”. Descuidar esta máxima puede tener efectos imprevistos para el medio que da soporte a prácticas irregulares, aunque la información que publique sea cierta. Por eso conviene extremar la cautela y trabajar siempre con un riguroso respeto a la ética profesional. De lo contrario, un éxito periodístico y social puede suponer un desastre económico y judicial.

Le ocurrió en 1997 a la cadena ABC News. Varios periodistas del programa Primetime Live se infiltraron como trabajadores en la cadena de supermercados Food Lion para demostrar que ponía a la venta carne caducada y alimentos mordidos por ratas. Lo consiguieron, pero un tribunal condenó a la cadena a pagar 5,5 millones de dólares porque las evidencias fueron obtenidas con cámara oculta y porque los periodistas mintieron para conseguir que les contrataran como empleados. Hubo que esperar hasta 1999 para que un tribunal de apelaciones anulara esa sanción. A pesar de eso, los reporteros fueron condenados a una pena simbólica de un dólar de multa por utilizar referencias e identidades falsas para ser aceptados como parte de la plantilla y, así, tener acceso a las instalaciones de la empresa.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)

Principios corporativos: implícate

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Los principios corporativos marcan el grado de implicación de un profesional con el proyecto de la empresa en la que trabaja. A más implicación, más bienestar siente el profesional y más eficiencia obtiene la compañía. Los cincos principios que se incluyen en el ámbito corporativo son:

  • Compromiso. Se vincula a la dedicación y profesionalidad con la que el periodista desarrolla su trabajo. No tiene que ver con la fidelidad incondicional a una compañía o una directiva, sino con el sentimiento de pertenencia a un grupo y la responsabilidad de sumar, sin anteponer el beneficio propio al del conjunto. En su cumplimiento influyen variables como la disciplina o la voluntad de aportar valor añadido, entendida como obligación profesional.
  • Iniciativa. Es la predisposición de un individuo a abrir caminos por convicción propia sin esperar a las consignas de un superior. Implica la capacidad de evaluar eficazmente las habilidades de uno mismo, la autonomía personal, la intuición, la audacia y la voluntad de marcarse objetivos.
  • Previsión. Tiene que ver con la facilidad para pensar a medio y largo plazo, mirando más allá de lo inmediato. La anticipación permite optimizar los recursos, abaratar los costes y aumentar la calidad del producto elaborado. Por eso depende de elementos como la capacidad de reflexión, el dominio de las pautas de trabajo, la anticipación a posibles dificultades o la habilidad para detectar lo importante entre lo irrelevante.
  • Decisión. Se identifica con la determinación a la hora de actuar. En su aplicación influyen variables como la convicción, el afán de superación o la resistencia ante las presiones de sujetos interesados.
  • Liderazgo. Se pone en práctica cuando se ocupan puestos de responsabilidad y se dirigen equipos. Requiere firmeza, fiabilidad, capacidad de organización, habilidad en el trato humano, altas dosis de paciencia y disciplina para estar en permanente formación. También supone ilusión, carisma, ecuanimidad, entusiasmo por el trabajo colectivo, eficiencia en la comunicación y facilidad para hablar en público.

Fragmento del libro «La ventana interior. Inteligencia emocional aplicada al periodismo»

(Editorial Fragua, 2016)